Entramos por una puerta vieja,
carcomida, enmascarada en una capa de polvo bajo una entrada oscura.
En el recibidor, un mayordomo chepudo
nos invitó a pasar; su rostro era muy pálido, sus labios,
excesivamente enrojecidos sobre unos dientes perfectamente blancos y
afilados.
De repente, la luz comenzó a
parpadear, el hombre chepudo desapareció, no así aquella carcajada
que parecía provenir del mundo ulterior. Corrimos a la puerta de
entrada, muy asustados, pero ya era tarde: aquel traidor mayordomo
nos había encerrado. Ruido de un motor, algo parecido a un
cortacésped se escuchaba a lo lejos.
Así, decidimos cruzar la casa en busca
de otra salida, aunque hasta el más valiente de los presentes
temblaba como un perro abandonado.
Subimos la escalera, oscura, apenas se
veían los escalones y las manos de los que creía que eran mis
compañeros me tocaban por todo el cuerpo, algo que achaqué al miedo
reinante; pero no era así, con un fogonazo de luz pude ver cómo a
ambos lados de la escalinata sendas rejas encerraban unos seres que
en otra vida pudieron ser humanos, pero que ahora se asemejaban a
despojos de cadáveres en movimiento. El motor sonaba más cerca,
acompañado de carcajadas.
Subimos deprisa, pero en los últimos
peldaños comprobamos cómo las rejas cedieron y aquellos monstruos
nos perseguían.
Como animales acorralados aumentamos el
ritmo de nuestros pasos, y aquella celeridad nos condujo a una
habitación donde una niña permanecía atada de sus cuatro
extremidades a la cama. No, no era una niña, era uno de aquellos
seres. El motor sonaba tan cerca que parecía estar tras la puerta,
mientras una voz gutural continuaba riendo.
Nos acercamos a aquel cuerpo no
muerto y, de repente, se movió e intentó agredirnos mientras
nos insultaba, incluso nos vomitó encima.
La puerta cayó y, de pronto, un hombre
con una motosirra nos persiguió hasta que, al fondo, un rayo de luz
fue nuestra esperanza.
Ya en el exterior, tomé una decisión
importante: me iría a montar a los caballitos porque estas
atracciones me cagan de miedo.
Yo dejé de ir hace mucho, me pasaba lo mismo que a tí. Brrrrrrrrrrrrrr
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