Hola, tú no me conoces, pero yo a ti sí. Te veo cada día, desde que amanece hasta que te vas a la cama.
Cada mañana, desde la ventana de enfrente, veo cómo te peinas, siempre en el salón: te gusta verte en el espejo que te compraste el año pasado. Después te pones los zapatos que el día antes dejaste al lado del sofá y te marchas.
Yo no te sigo, pero tu vida se entrelaza con la mía por algún motivo; en el metro solemos ir en el mismo vagón, pero tú no notas mi presencia, aunque no paro de mirarte y, una parada antes, paso casi rozándote al salir, y siento el aire que roza tu cuerpo.
Al mediodía tomo café en el bar que hay frente al tuyo y, desde allí, tomo para mí mismo cada sonrisa con la que deleitas a tus clientes.
Ya por la tarde, volvemos en el mismo autobús; ya lo sé, es más rápido, pero por la mañana los horarios son penosos. Tú siempre te sientas al lado del conductor, hablando del tiempo o de la crisis; yo, detrás, soñando con que me dediques esa sonrisa algún día.
En la noche veo las mismas series que tú e intento pensar que estás a mi lado, y que te digo que guardes los zapatos y que te pongas esas zapatillas, las de peluche, que tanto me gustan.
Pero hace dos semanas que no eres la misma: miras al vacío, pensativa, imaginando Dios sabe qué. Mientras, yo intento descifrar tus pupilas; tu cara ya no conoce la sonrisa y me pesa como una losa en la espalda no saber qué te ha ocurrido. Ahora, por las noches, también me quedo en el sofá mientras miro la tele apagada y, los fines de semana, llevo un bol como el tuyo para comer palomitas frente a una película de las que echan en la televisión.
Pero ya no eres feliz, lo sé. Sé que nada es como antes, así que te he dejado un cartel en la ventana: "Sonríe, la vida puede ser maravillosa". Y has sonreído, me has sonreído, pequeña gota de rocío en un desierto árido que ha hecho brotar el río de mis esperanzas. Ahora me estás mirando, sabes que soy yo. Sonríes y me levantas la mano para saludarme. Y mi corazón se sale de su ubicación para poder palpitar con más fuerza si cabe.
Mañana, en el metro, pienso decirte "hola", y espero, a pesar de todo lo malo que te haya acontecido, arrancarte cada día una sonrisa, esta vez dedicada a mí.
jueves, 26 de enero de 2012
Vergüenza
Vergüenza es lo que me da España. Vergüenza es juzgar al juez que quiere juzgar los crímenes de una dictadura.
Este juez es el único que se ha atrevido a actuar contra ciertas dictaduras; recordemos a Pinochet. Pero con la Iglesia hemos topado, y juzgar a los padres de los que hoy gobiernan es harina de otro costal
Ley de Amnistía, sí, aquella ley contraria al derecho internacional para poder lavarse las manos y pertenecer al nuevo sistema, para así no apearse del burro; Fraga, aquel dinosaurio procedente de aquel golpe de Estado, ha permanecido hasta su muerte sentado en su trono, con la conciencia tranquila, ya que su expediente estaba limpio. Y una mierda.
Pero este juez se ha metido con quien no debía, con los poderosos de la Gürtel, con los fascistas que hicieron desaparecer tantas decenas de miles de personas que aún están en algunas cunetas y fosas comunes. A Fraga lo hubiera enterrado allí, junto a su amigo Franco, en una cuneta de una carretera secundaria, para que fuesen a llorarles allí.
Juzgado por investigar el secuestro de niños. Es lo más normal, ya que los secuestros fueron realizados por las monjitas, amiguitas siempre del poder establecido; ley de amnistía para ellas. Y una mierda.
Y ahora Camps libre; libre de cargos, inocente. Y una mierda.
Este juez es el único que se ha atrevido a actuar contra ciertas dictaduras; recordemos a Pinochet. Pero con la Iglesia hemos topado, y juzgar a los padres de los que hoy gobiernan es harina de otro costal
Ley de Amnistía, sí, aquella ley contraria al derecho internacional para poder lavarse las manos y pertenecer al nuevo sistema, para así no apearse del burro; Fraga, aquel dinosaurio procedente de aquel golpe de Estado, ha permanecido hasta su muerte sentado en su trono, con la conciencia tranquila, ya que su expediente estaba limpio. Y una mierda.
Pero este juez se ha metido con quien no debía, con los poderosos de la Gürtel, con los fascistas que hicieron desaparecer tantas decenas de miles de personas que aún están en algunas cunetas y fosas comunes. A Fraga lo hubiera enterrado allí, junto a su amigo Franco, en una cuneta de una carretera secundaria, para que fuesen a llorarles allí.
Juzgado por investigar el secuestro de niños. Es lo más normal, ya que los secuestros fueron realizados por las monjitas, amiguitas siempre del poder establecido; ley de amnistía para ellas. Y una mierda.
Y ahora Camps libre; libre de cargos, inocente. Y una mierda.
domingo, 22 de enero de 2012
La tristeza
Tristeza. Tristeza es cuando ves que fuera de tu burbuja todo se desmorona.
La tristeza es darse cuenta de que, como corderos en un rebaño, nos tienen alimentados dentro de nuestro espacio, cercando cada día de forma más estrecha, mientras, absortos en lo que quieren que veamos, no nos damos cuenta del engaño.
La ignorancia es la felicidad, sí, y eso es lo que nos desean: eliminar toda posibilidad de que accedamos a la cultura que no les interesa, monopolizando la música, el cine, la literatura... Cada vez es más difícil que los autores críticos actuales puedan exponer su arte de forma que todos podamos verlo.
La ignorancia es la felicidad; pues que me quiten las horas de estudio, las horas de reflexiones que he podido tener en el poco tiempo que me resta a causa de un ritmo frenético que intenta impedirnos pensar; que me devuelvan mis horas sin ver la televisión, mis horas sin ver fútbol, mis horas sin hacer lo que esperan que haga para tenerme entretenido y no vea más allá. Que me devuelvan todo, que quiero la felicidad plena y así no podré conseguirla.
Todo el mundo se enorgullece de ir en contra de las dictaduras, se siente feliz de vivir en libertad, de poder alzar la voz... pero no reflexiona sobre la verdad. Una dictadura es mala, venga del lado que venga, y que no me digan ciertos camaradas que en Cuba no existe una dictadura, que es distinto, porque no es así. Pero en el mundo capitalista la situación no es mejor.
Sí, es cierto, aquí todos comemos y tenemos para todas las necesidades secundarias que nos han hecho creer que son indispensables, pero razonemos sobre ello: para que en lo que algunos llaman primer mundo vivamos bien, o medianamente bien, se necesita que los otros dos tercios del mundo continúen pobres, sin acceso a lo más básico, y cada vez se necesita más porcentaje de pobres. Puedes alzar la voz, sí, pero ejercen tal control que consiguen silenciar tus gritos y que nadie te oiga. Tenemos alimentos y ropa a un precio asequible, todo ello gracias a la mano de obra esclava e infantil y de la explotación de territorios pobres, la otra cara del capitalismo que nos ocultan para que aceptemos el sistema.
Entonces, ¿realmente el capitalismo es símbolo de libertad o sólo de la libertad de unos pocos?
Viendo el mundo capitalista de forma global, no desde nuestro ombligo, no creo que lo que dicen que es un mundo democrático sea mejor que lo que hay en Cuba, aunque no por ello hay que pensar que aquello es una utopía, pero al menos son todos iguales, para lo bueno y para lo malo, y quien se muere de hambre lo hace de forma voluntaria, no como los miles, cientos de miles de muertos en África, gracias a los cuales tenemos conejillos de Indias para probar nuestros medicamentos, o materia prima para nuestras necesidades secundarias.
Esta es la tristeza: no poder mirar a otro lado para que aquello que no me gusta pase inadvertido.
La tristeza es darse cuenta de que, como corderos en un rebaño, nos tienen alimentados dentro de nuestro espacio, cercando cada día de forma más estrecha, mientras, absortos en lo que quieren que veamos, no nos damos cuenta del engaño.
La ignorancia es la felicidad, sí, y eso es lo que nos desean: eliminar toda posibilidad de que accedamos a la cultura que no les interesa, monopolizando la música, el cine, la literatura... Cada vez es más difícil que los autores críticos actuales puedan exponer su arte de forma que todos podamos verlo.
La ignorancia es la felicidad; pues que me quiten las horas de estudio, las horas de reflexiones que he podido tener en el poco tiempo que me resta a causa de un ritmo frenético que intenta impedirnos pensar; que me devuelvan mis horas sin ver la televisión, mis horas sin ver fútbol, mis horas sin hacer lo que esperan que haga para tenerme entretenido y no vea más allá. Que me devuelvan todo, que quiero la felicidad plena y así no podré conseguirla.
Todo el mundo se enorgullece de ir en contra de las dictaduras, se siente feliz de vivir en libertad, de poder alzar la voz... pero no reflexiona sobre la verdad. Una dictadura es mala, venga del lado que venga, y que no me digan ciertos camaradas que en Cuba no existe una dictadura, que es distinto, porque no es así. Pero en el mundo capitalista la situación no es mejor.
Sí, es cierto, aquí todos comemos y tenemos para todas las necesidades secundarias que nos han hecho creer que son indispensables, pero razonemos sobre ello: para que en lo que algunos llaman primer mundo vivamos bien, o medianamente bien, se necesita que los otros dos tercios del mundo continúen pobres, sin acceso a lo más básico, y cada vez se necesita más porcentaje de pobres. Puedes alzar la voz, sí, pero ejercen tal control que consiguen silenciar tus gritos y que nadie te oiga. Tenemos alimentos y ropa a un precio asequible, todo ello gracias a la mano de obra esclava e infantil y de la explotación de territorios pobres, la otra cara del capitalismo que nos ocultan para que aceptemos el sistema.
Entonces, ¿realmente el capitalismo es símbolo de libertad o sólo de la libertad de unos pocos?
Viendo el mundo capitalista de forma global, no desde nuestro ombligo, no creo que lo que dicen que es un mundo democrático sea mejor que lo que hay en Cuba, aunque no por ello hay que pensar que aquello es una utopía, pero al menos son todos iguales, para lo bueno y para lo malo, y quien se muere de hambre lo hace de forma voluntaria, no como los miles, cientos de miles de muertos en África, gracias a los cuales tenemos conejillos de Indias para probar nuestros medicamentos, o materia prima para nuestras necesidades secundarias.
Esta es la tristeza: no poder mirar a otro lado para que aquello que no me gusta pase inadvertido.
jueves, 19 de enero de 2012
La certeza de sentir
Sentir, ese gran sentimiento. Para mí es lo que nos hace humanos, y cada vez buscamos más nuestra humanidad.
En un mundo como el nuestro, tan deshumanizado y deshumanizador, donde no se siente nada a diario, donde el sentimiento es el traje de fiesta que guardamos en un armario para las ocasiones importantes, las personas buscamos la intensidad de un gran sentimiento, intentando suplir los pequeños golpes que nuestro corazón tendría que recibir a diario con un gran batacazo; pero no debe ser así. Es como beberse los domingos siete vasos de vino porque es bueno beber un vaso de vino al día.
Sentir. Eso buscamos. Pero nuestra insípida vida nos hace buscar la intensidad, una emoción fuerte que supla la carencia diaria de cariño.
Y caemos en las pasiones desenfrenadas, donde cada roce es una explosión de sensaciones; pero no disfrutamos de toda esta intensidad, pues sabemos que nos lleva frente al abismo.
Sentir. Ya sea bueno o malo. Sentir, buscamos nuestra humanidad en los grandes sentimientos de forma errada, apartando los momentos cotidianos.
La falta de una sutil sensibilidad es la causa de lo dicho; no saber apreciar cada estímulo diario. Me recuerda a aquellos que cogen un manjar exquisito y lo rocían con salsas especiadas de potente sabor, que no permiten degustar el ingrediente principal.
La sonrisa de un niño, una mano en la espalda, una sutil mirada, discreta, en el metro...cada caricia, cada gesto... son humanos y provocan, o deberían provocar, sentimientos humanos; y todo esto, amigos míos, en un paladar exquisito resulta un orgasmo de sensaciones, desemboca en la felicidad de encontrar una humanidad regular, son grandes pasiones, pero con las de cada día; sin enormes tristezas, sin grandes alegrías, pero saboreando la vida a cada paso, pequeños pasos, sin saltos de pértiga, pues no dejan ver la belleza que vamos dejando en el camino, al igual que el caminante se deleita más en el paisaje, aunque recorra menos camino, que quien circula en coche sin ni siquiera saber cuáles son las flores que crecen en las cunetas.
En un mundo como el nuestro, tan deshumanizado y deshumanizador, donde no se siente nada a diario, donde el sentimiento es el traje de fiesta que guardamos en un armario para las ocasiones importantes, las personas buscamos la intensidad de un gran sentimiento, intentando suplir los pequeños golpes que nuestro corazón tendría que recibir a diario con un gran batacazo; pero no debe ser así. Es como beberse los domingos siete vasos de vino porque es bueno beber un vaso de vino al día.
Sentir. Eso buscamos. Pero nuestra insípida vida nos hace buscar la intensidad, una emoción fuerte que supla la carencia diaria de cariño.
Y caemos en las pasiones desenfrenadas, donde cada roce es una explosión de sensaciones; pero no disfrutamos de toda esta intensidad, pues sabemos que nos lleva frente al abismo.
Sentir. Ya sea bueno o malo. Sentir, buscamos nuestra humanidad en los grandes sentimientos de forma errada, apartando los momentos cotidianos.
La falta de una sutil sensibilidad es la causa de lo dicho; no saber apreciar cada estímulo diario. Me recuerda a aquellos que cogen un manjar exquisito y lo rocían con salsas especiadas de potente sabor, que no permiten degustar el ingrediente principal.
La sonrisa de un niño, una mano en la espalda, una sutil mirada, discreta, en el metro...cada caricia, cada gesto... son humanos y provocan, o deberían provocar, sentimientos humanos; y todo esto, amigos míos, en un paladar exquisito resulta un orgasmo de sensaciones, desemboca en la felicidad de encontrar una humanidad regular, son grandes pasiones, pero con las de cada día; sin enormes tristezas, sin grandes alegrías, pero saboreando la vida a cada paso, pequeños pasos, sin saltos de pértiga, pues no dejan ver la belleza que vamos dejando en el camino, al igual que el caminante se deleita más en el paisaje, aunque recorra menos camino, que quien circula en coche sin ni siquiera saber cuáles son las flores que crecen en las cunetas.
miércoles, 18 de enero de 2012
El pozo
Sentado en un banco. En la mano derecha, las llaves de su antiguo hogar; la izquierda, sobre su pierna. La cabeza miraba al suelo, triste, más hundida que nunca, mientras jugaba con aquellas llaves.
El tintineo del roce entre las llaves le hacía dejar de pensar en todo lo acontecido. La mirada, perdida en los adoquines de aquella calle peatonal, no podía olvidar la imagen de la chica.
Amanda, quien lo trajo a la vida,se lo devolvía a Hades de nuevo. Ella bajó a por él para traerlo cuando el ahora viejo hombre yacía en un pozo de desgracias.
Y Amanda, la chica de la enorme sonrisa lo devolvió a la vida; le costó mucho, pero consiguió que abandonara aquella adicción. Mas los fantasmas del pasado siempre vuelven. Él siempre había pensado que su vida anterior no había existido, que fue un mal sueño y que había sido concebido por la joven enfermera el día en que esta le regaló una sonrisa, la primera de las muchas que le ofrecería; en aquel momento revivió y comprendió que era una persona como todas.
Pero su reencarnación en sí mismo no fue definitiva, y una tarde cayó. Amargo día en que volvió a su pozo de desgracias. Y Amanda ya no iba a estar a su lado para que saliera. Ya no. Estaba cansada, muy cansada. Cedió su juventud al chico del que se enamoró con la vana esperanza de una feliz senectud; pero no fue así, y ella siempre pensaba que la salida del pozo estaba cada vez más cerca, mas no era la verdad, era su verdad.
Marcos sólo pensaba en cómo pudo ser tan idiota de dejarse amarrar de nuevo por las garras de la gélida muerte.
Ahora, en aquel banco, viendo pasar a la gente, un frío recorría su cuerpo mientras el tintineo de unas llaves paraba el son para recoger las saladas lágrimas que brotaban de sus ojos, antaño rebosantes de juventud.
Su mano cogió de nuevo aquella litrona que lo acompañaría durante toda su vida mientras añoraba tiempos pasados, sobre todo aquel tiempo en el que fue querido mientras amaba.
El tintineo del roce entre las llaves le hacía dejar de pensar en todo lo acontecido. La mirada, perdida en los adoquines de aquella calle peatonal, no podía olvidar la imagen de la chica.
Amanda, quien lo trajo a la vida,se lo devolvía a Hades de nuevo. Ella bajó a por él para traerlo cuando el ahora viejo hombre yacía en un pozo de desgracias.
Y Amanda, la chica de la enorme sonrisa lo devolvió a la vida; le costó mucho, pero consiguió que abandonara aquella adicción. Mas los fantasmas del pasado siempre vuelven. Él siempre había pensado que su vida anterior no había existido, que fue un mal sueño y que había sido concebido por la joven enfermera el día en que esta le regaló una sonrisa, la primera de las muchas que le ofrecería; en aquel momento revivió y comprendió que era una persona como todas.
Pero su reencarnación en sí mismo no fue definitiva, y una tarde cayó. Amargo día en que volvió a su pozo de desgracias. Y Amanda ya no iba a estar a su lado para que saliera. Ya no. Estaba cansada, muy cansada. Cedió su juventud al chico del que se enamoró con la vana esperanza de una feliz senectud; pero no fue así, y ella siempre pensaba que la salida del pozo estaba cada vez más cerca, mas no era la verdad, era su verdad.
Marcos sólo pensaba en cómo pudo ser tan idiota de dejarse amarrar de nuevo por las garras de la gélida muerte.
Ahora, en aquel banco, viendo pasar a la gente, un frío recorría su cuerpo mientras el tintineo de unas llaves paraba el son para recoger las saladas lágrimas que brotaban de sus ojos, antaño rebosantes de juventud.
Su mano cogió de nuevo aquella litrona que lo acompañaría durante toda su vida mientras añoraba tiempos pasados, sobre todo aquel tiempo en el que fue querido mientras amaba.
lunes, 16 de enero de 2012
¿Dónde estarás?
Claudia recordaba ahora su paso a la edad adulta; ahora, desde su sillón de piel marrón, mientras veía un programa insípido en su plasma de cuarenta pulgadas, echaba de menos aquello, echaba de menos la época en la que hacía todo sin pensar en nada, la época en la que todo era posible y cada minuto se vivía como el último. Nada que perder. Esa era la razón.
En aquella adolescencia no tuvo nada que perder y, ahora, rodeada de todos los lujos con los cuales ni había soñado, tenía un estatus que mantener, y esto la estaba consumiendo por dentro.
Apariencias. Era importante que desde el exterior su matrimonio pareciese un cuento de hadas, que hasta su marido creyese que le quería; pero hacía tiempo que ese sentimiento había desaparecido. Quizá nunca estuvo.
Sentada, sin saber ni lo que estaba viendo por sus ojos, la mente de Claudia recordaba a Pedro, aquel amor de juventud, efímero, visceral, perecedero; aquel chico simbolizaba en su subconsciente lo pasional, lo arriesgado... lo vivo. Simbolizaba la vida que años antes había circulado por su cuerpo y que su marido había asesinado a base de dinero.
El dinero no lo compra todo, pero en este caso calma las ansias de vivir.
Las familias felices son todas iguales, pero las infelices lo son cada una a su manera.
En aquella adolescencia no tuvo nada que perder y, ahora, rodeada de todos los lujos con los cuales ni había soñado, tenía un estatus que mantener, y esto la estaba consumiendo por dentro.
Apariencias. Era importante que desde el exterior su matrimonio pareciese un cuento de hadas, que hasta su marido creyese que le quería; pero hacía tiempo que ese sentimiento había desaparecido. Quizá nunca estuvo.
Sentada, sin saber ni lo que estaba viendo por sus ojos, la mente de Claudia recordaba a Pedro, aquel amor de juventud, efímero, visceral, perecedero; aquel chico simbolizaba en su subconsciente lo pasional, lo arriesgado... lo vivo. Simbolizaba la vida que años antes había circulado por su cuerpo y que su marido había asesinado a base de dinero.
El dinero no lo compra todo, pero en este caso calma las ansias de vivir.
Las familias felices son todas iguales, pero las infelices lo son cada una a su manera.
Comienzo del blog
Hola a todos.
Hoy comienzo mi andadura por el mundo de los blog; hoy comienzo mi avance en las nuevas tecnologías, pero no por ello abandono mi costumbre de escribir de mi puño y letra.
Algunos me llamarán atrasado, otros, los más suaves, romántico, pero lo que sí que es cierto es que no saboreo igual mis propias palabras en una pantalla de ordenador; me gusta más el olor a papel, el sonido de la pluma deslizándose sobre él, la visión, sin retroiluminar, de mi mano ampliada por un dedo que dibuja mis pensamientos sobre lo que fue un árbol antaño, el sabor a tinta en mi mano siniestra debido al arrastre en el papel...
Bueno, nada más para empezar, sólo quería presentar el blog y probar a hacer una entrada de las muchas que iré presentando.
Aquí iré subiendo mis pensamientos, fragmentos de mis escritos, algún poemilla... no sé, soy un poco caótico, así que un poco de todo.
Hoy comienzo mi andadura por el mundo de los blog; hoy comienzo mi avance en las nuevas tecnologías, pero no por ello abandono mi costumbre de escribir de mi puño y letra.
Algunos me llamarán atrasado, otros, los más suaves, romántico, pero lo que sí que es cierto es que no saboreo igual mis propias palabras en una pantalla de ordenador; me gusta más el olor a papel, el sonido de la pluma deslizándose sobre él, la visión, sin retroiluminar, de mi mano ampliada por un dedo que dibuja mis pensamientos sobre lo que fue un árbol antaño, el sabor a tinta en mi mano siniestra debido al arrastre en el papel...
Bueno, nada más para empezar, sólo quería presentar el blog y probar a hacer una entrada de las muchas que iré presentando.
Aquí iré subiendo mis pensamientos, fragmentos de mis escritos, algún poemilla... no sé, soy un poco caótico, así que un poco de todo.
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