domingo, 22 de enero de 2012

La tristeza

Tristeza. Tristeza es cuando ves que fuera de tu burbuja todo se desmorona.

La tristeza es darse cuenta de que, como corderos en un rebaño, nos tienen alimentados dentro de nuestro espacio, cercando cada día de forma más estrecha, mientras, absortos en lo que quieren que veamos, no nos damos cuenta del engaño.

La ignorancia es la felicidad, sí, y eso es lo que nos desean: eliminar toda posibilidad de que accedamos a la cultura que no les interesa, monopolizando la música, el cine, la literatura... Cada vez es más difícil que los autores críticos actuales puedan exponer su arte de forma que todos podamos verlo.

La ignorancia es la felicidad; pues que me quiten las horas de estudio, las horas de reflexiones que he podido tener en el poco tiempo que me resta a causa de un ritmo frenético que intenta impedirnos pensar; que me devuelvan mis horas sin ver la televisión, mis horas sin ver fútbol, mis horas sin hacer lo que esperan que haga para tenerme entretenido y no vea más allá. Que me devuelvan todo, que quiero la felicidad plena y así no podré conseguirla.

Todo el mundo se enorgullece de ir en contra de las dictaduras, se siente feliz de vivir en libertad, de poder alzar la voz... pero no reflexiona sobre la verdad. Una dictadura es mala, venga del lado que venga, y que no me digan ciertos camaradas que en Cuba no existe una dictadura, que es distinto, porque no es así. Pero en el mundo capitalista la situación no es mejor.

Sí, es cierto, aquí todos comemos y tenemos para todas las necesidades secundarias que nos han hecho creer que son indispensables, pero razonemos sobre ello: para que en lo que algunos llaman primer mundo vivamos bien, o medianamente bien, se necesita que los otros dos tercios del mundo continúen pobres, sin acceso a lo más básico, y cada vez se necesita más porcentaje de pobres. Puedes alzar la voz, sí, pero ejercen tal control que consiguen silenciar tus gritos y que nadie te oiga. Tenemos alimentos y ropa a un precio asequible, todo ello gracias a la mano de obra esclava e infantil y de la explotación de territorios pobres, la otra cara del capitalismo que nos ocultan para que aceptemos el sistema.

Entonces, ¿realmente el capitalismo es símbolo de libertad o sólo de la libertad de unos pocos?

Viendo el mundo capitalista de forma global, no desde nuestro ombligo, no creo que lo que dicen que es un mundo democrático sea mejor que lo que hay en Cuba, aunque no por ello hay que pensar que aquello es una utopía, pero al menos son todos iguales, para lo bueno y para lo malo, y quien se muere de hambre lo hace de forma voluntaria, no como los miles, cientos de miles de muertos en África, gracias a los cuales tenemos conejillos de Indias para probar nuestros medicamentos, o materia prima para nuestras necesidades secundarias.

Esta es la tristeza: no poder mirar a otro lado para que aquello que no me gusta pase inadvertido.



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